Algunas fuentes de contaminación del agua son
naturales. Por ejemplo, el mercurio que se encuentra naturalmente en la corteza
de la Tierra y en los océanos contamina la biosfera mucho más que el procedente
de la actividad humana. Algo similar pasa con los hidrocarburos y con muchos
otros productos. Normalmente las fuentes de contaminación natural son muy
dispersas y no provocan concentraciones altas de polución, excepto en algunos
lugares muy concretos. La contaminación de origen humano, en cambio, se
concentra en zonas concretas y, para la mayor parte de los contaminantes, es
mucho más peligrosa que la natural.
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